Las federaciones de varios países europeos, incluida la inglesa, sufrieron el veto a última hora por parte de la FIFA, que les prohibió el uso de este brazalete y les impuso la utilización del oficial antidiscriminatorio de la propia FIFA. Las amenazas por parte de la FIFA iban más allá del terreno económico y traspasaban al deportivo, con la posibilidad de que los jugadores con el brazalete fueran amonestados.
"Las sanciones eran ilimitadas", dijo Mark Bullingham, presidente ejecutivo de la FA, a la cadena británica ITV. "Iban a tomar acciones disciplinarias contra cualquier jugador que llevara el brazalete".
"Tuvimos varias reuniones con la FIFA y el pasado sábado, antes del partido, pensábamos que habíamos llegado a un punto en el que los llevaríamos. No teníamos permiso, pero aceptaríamos la multa".
"Sin embargo, el día del partido, nos avisaron dos horas antes del partido. Nos pusieron en un escenario en el que, como mínimo, los que llevaran el brazalete serían amonestados y se enfrentarían a sanciones disciplinarias", añadió.
La FA insistió en su apoyo al movimiento LGTB y de este modo, antes del partido contra Estados Unidos, iluminó el arco de Wembley en Londres, a modo de protesta contra la decisión de la FIFA.